Ermita

Por la misma calle por donde hayas entrado, hacia arriba, al norte. Tres kilómetros –o media legua que se decía-- muy cómodos de caminar si lo haces andando. La ermita del Castillo es el paraje que ocupó un antiguo castro Vettón –posteriormente romanizado– y en el que se levantó a finales del  XVIII una ermita para cristianizar las referencias culturales.  Si vas andando, en el primer alto por el que pasas –teso de San Albín– puedes observar perfectamente la situación estratégica que tenía, y que terminarás de comprobar al llegar arriba: por la parte desde donde llegas no es fácil atacar, y por la parte contraria es sencillamente imposible. Los vettones, según los historiadores romanos eran altivos y pendencieros, y de ahí la defensa. Al llegar te encuentras una explanada con fresnos donde pasar un rato agradable. Tienes allí la ermita y la casa del ermitaño (vacía, y puesto vacante, por si acaso). Y en la casa una estela romana, y dos columnas recicladas de alguna construcción romana... es la parte más romanizada del antiguo Castro Vettón. 


Al norte el Duero, el sosegado padre Duero que baja tranquilo por efecto de las presas que le han puesto los humanos. Y picachos graníticos y profundos desniveles, que te explican porqué el castro era fácilmente defendible. Estás en las Arribes. A la derecha según miras el río se eleva un poco más el terreno. Si sigues el camino –sale a la derecha de la casa del ermitaño– entrarás en el antiguo castro vettón que dio paso al “romano”. Por el camino puedes observar las rocas cortadas o que dejaron a medio cortar, y puedes ver restos de la primitiva muralla, --un montón de piedras unos metros antes de una portezuela de hierro puesta para que no se salga el ganado... que no habrá. Se recomienda que sigas el camino, que cruces las dos explanadas -la segunda con fuente “santa” incluida, --y es un milagro que allí salga agua– y pases por debajo de unas rocas que tienen un vértice geodésico. Desde allí se divisa la parte norte del cauce del Duero, parte de la provincia de Zamora y Portugal. Y cuidado: estás en las Arribes y un resbalón puede no ser nada, pero también puede arruinarte el día.
A la explanada de la ermita se puede ir en coche por la noche, --sobre todo si no hay nubes--  y volver a descubrir que todo está cubierto de estrellas y de silencio. Si hay luna llena, las sensaciones son diferentes, insinuantes. Y si vas de noche con buena compañía y una manta, pues mejor, porqué negarlo.
Ah! La estela! Procede de un enterramiento cercano al teso del Castillo, y la dataríamos hacia el S.III de nuestra era. Los romanos acostumbraban a enterrar a los muertos a lo largo del camino que iba hasta la ciudad o castro. Y además, tenían la mala costumbre de escribir con siglas. La estela se subió allí en una especie de reaprovechamiento del material, y dice,
            Diis Manibus Sacrum                                      Diis Manibus Sacrum
            FAV                                                                      PLACI
            STaE                                                                     DINaE
            ANnorum LX                                                        ANnorum LX
            Sit Tibi Terra Levis                                                  Sit Tibi Terra Levis

que viene a decir, más o menos
                                   Consagrado a los dioses manes de
                                               Fausta / Placidina
                               (Que falleció) a los 60 años

                                               Que la tierra te sea leve